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La cuestión que vamos a discutir ha sido debatida en Alemania con viveza y apasionamiento, y constituye una de las páginas más hermosas de la doctrina germana: el dogma de la voluntad, expuesto a los ataques enérgicos que de todos lados se le dirigen, empieza a agrietarse y a perder terreno, hasta tal punto que, por una parte, sus defensores más tenaces se ven obligados a otorgar concesiones —aunque, a su vez, la teoría contraria que, bajo la bandera de los intereses del comercio, había combatido duramente la supremacía de la voluntad, también es contradicha y censurada como una exageración reaccionaria—, y, por otra parte, se nota en ellos una cierta falta de entusiasmo; y así, mientras unos declaran imposible la solución del problema, otros se remiten a la prudencia del juez y a las circunstancias del caso, y otros, finalmente, defienden sistemas intermedios que tratan de conciliar las tendencias opuestas armonizando los intereses en lucha.
(De la Introducción de la obra)